domingo, agosto 27, 2006
una pequeña confesión

Cuando estaba pequeña siempre que íbamos “al otro lado” (USA) como decimos acá en mi bella tierra, me emocionaba mucho ir a comprar chácharas y regresar llena de papeles de colores, pinceles y crayones. Sin embargo, había algo mucho muy poderoso por el cuál me gustaba ir de compras y pasar un poco más de 4 horas en la parte trasera del viejo pick up de mi papá. Ese motivo se llama Doughboy by Pillsbury. ¡LO AMO!

Han pasado los años y no deja de ser mi botarga favorita, cada que puedo busco productos de Pillsbury sólo para verlo impreso en las cajas y empaques de la marca y sinceramente, no puedo evitar hacer un tonto “ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy” seguido de un gesto de ternura, en el que cierro los ojos y recuerdo la parte de los comerciales donde le pican su blanca panzita y hace “yujuuuum” ¡ayyyy es tan tierno!

Y es que honestamente, el Doughboy es lo que me provoca: ternura, tanta, pero tanta, pero TAN-TA que le gana a cualquier gesto de puchero que me haga cualquier hombre, o el ver a una tortuguita que pretende llegar a la orilla del mar o incluso los piesitos de cualquier bebé recién nacido. El Doughboy es ternura 100% pura. ¡Y qué nadie me alegue!

Hace un par de años, una vieja amistad me regaló un mini Doughboy de cartón que al oprimirlo ¡Suena como el del comercial! ¡No saben! ¡Es de los mejores regalos que he recibido! Cuando ando de genio o he tenido un mal día puedo tomar el Doughboy, oprimirlo y el “yujuuuuuuum” hace que pueda olvidarme por escasos segundos de todo lo malo que me he pasado.

En fin, en lo que encuentro a alguien a quien picarle la panzita y que me haga el mismo sonido, el Doughboy será el objeto más tiernamente bello que yo haya conocido.

Diana
p.d. mataría por traer su sonrisa de rigtone

 
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jueves, agosto 24, 2006
enjoy the silence
 
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lunes, agosto 21, 2006
de colorES mi vida

Hace 9 días mi ojo izquierdo comenzó a lagrimear sin razón alguna. Tomé un pedazo de papel y me limpié, funcionó por un momento pero después volvió a llorar. Y lloró el primer día lágrimas color rosa, el segundo lágrimas turquesa, y luego fueron púrpuras, azul marino, rojo, lágrimas negras, verdes, cafés y de nueva cuenta color turquesa. Tuvieron que pasar nueve días para aceptar que algo me estaba haciendo daño en mis ojos. No era nada saludable traer el ojo “chiquito” todo el día y que siempre estuviera lloroso. Sentir ardor o una leve comezón, es horrible.

Al principio negué que los cosméticos me estuvieran haciendo daño, puesto que me rehusaba a la idea de tener que dejarme de maquillar, y seguí pintándome los ojos de formas sumamente coloridas como es mi muy buena costumbre. Y me siguieron llorando, cada vez más y más al grado de que en una ocasión mientras conducía con el sol de frente no veía prácticamente nada, y fue ahí cuando me percaté de que estaba poniendo en riesgo muchas más cosas que mi pobre ojito izquierdo. ¡Va pues! Suficiente amenaza es que yo conduzca por las calles de Hermosillo ahora imagínense con un ojo gacho y el sol de frente. ¡Terrible! E incluso hasta ¡ILEGAL! En fin… me resigné y dejé de maquillarme en espera de una respuesta, la cuál fue nula, lo único que conseguí fue verme como cadáver exhumado con una getota y fea, muy fea, el ojo siguió llorando y yo ya no hallaba que hacer. Desearía quedarme con los lentes de sol todo el día puestos, ellos tapan ese rostro sin vida.

El viernes después de salir del trabajo, llegué a mi casa y me puse a ver televisión. Recargué mi cabeza en la almohada y a los pocos minutos, dejé un charco de lágrimas y ya se me hizo el colmo de la chingadera, ¡creo que traigo una fuga lagrimera severa! (mi auto-diagnóstico qué “pro” se escucha ¿no?)

Dexafrín fueron las gotas milagrosas que me han salvado, mi ojo va muy bien, al menos ya se ve del mismo tamaño que el otro y lagrimea poquito. Espero en esta semana recuperarme al 100% porque me MUERO por pintarme mis ojitos, les falta vida, les falta el escándalo de color, no sé… me siento desnuda sin su color. En mi desesperación, me enfoqué a las uñas, y las he pintado de colores, desde el violeta hasta un rosa pálido pasando por el naranja, y me siento un poco satisfecha.

Este amargo suceso con mi herramienta #1 de trabajo me hizo reflexionar sobre lo mucho que me gustan los colores, nunca había sentido una necesidad tan grande de poder usarlos y tener esa “limitante”. De verdad, no hay un sólo color que no me guste. Que si el “verde caca” (como muchos lo llaman) a mí me encanta, que si el color vino que “serio” o “aburrido” yo lo adoro, que si el naranja chillante "giuuu que naco” yo lo uso o el tan polémico rosa de “prosti” a mí ME EN-LO-QUE-CE.

En estos nueve días, sentí miedo, miedo de que algo les pasara a mis ojos. No puedo imaginarme mi vida sin color, sufriría muchísimo si fuese daltónica y no pudiera apreciar las verdaderas gamas de rojos, o de verdes o de mis adorados rosas… Sería terrible.

1 Hace poco una amiga me dijo que no conoce a nadie más colorida que yo 2 Mi hermana se desespera cuando escogemos pintura para alguna habitación de la casa. 3 Mi mejor amiga me confía sus ojos a pesar de que sabe que puedo llenarla de tonos que le dan miedo. 4 Cuando voy a comprar calcetines me brinco los que son blancos. 5 Ayer otra amiga me dijo que yo vine a este mundo a darle color a sus vidas. 6 Me encanta abrir la caja de crayones con las que colorea mi sobrinita. 7 Mi ropa está acomodada por gamas de rosas, azules, verdes, naranjas, violetas y amarillos 8 Si yo fuese una herramienta de trabajo, sería guía Pantone.

Creo que esta experiencia de lágrimas de colores, despertó muchas inquietudes y temores que tenía dormidos, pero también me recordó lo mucho que me gusta ser lo que soy y cómo soy: un arcoiris ambulante de pies a cabeza.


Diana
p.d. ¿alguien necesita un poco de color en su vida?
 
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jueves, agosto 17, 2006
Rosita

Mientras estaciono mi carro un vagabundo se acerca a mi ventana y me sonríe, al principio sentí miedo, pero luego fue como una especie de ternura. Al parecer, la persona no está bien de sus facultades mentales y me sonríe sin cesar. Abro la puerta y él se mueve hacia el frente del auto.

-Güerita, no se me vaya a mojar – me dice en tono coquetón-
-¿Güerita? –le respondo un poco intrigada a medida que me apresuro para entrar a la papelería-
-Bueno pues “rosita”, tenga cuidado con la lluvia-me responde mientras me mira pícaramente-
-Ah… ¡GRACIAS!- y me apresuro para entrar al establecimiento. Realizo mi compra: un par de sobres y un lápiz. Hago el pago y me dirijo rápidamente hacia mi auto.

De nueva cuenta, me encuentro al vagabundo rondando mi carro, sonriendo y sosteniendo “algo” en su mano. Con cierta desconfianza; me acerco lentamente, vigilando cada movimiento que él hace. Estaba un poco desesperada porque la lluvia me mojaba más y más, y a la vez, estaba un tanto nerviosa por lo que el sujeto sostenía en su mano.

Llego al auto, abro la puerta y me dice:
-Para tí rosita- al mismo tiempo en el que me extiende su mano.
-Ah no gracias, no te hubieras molestado- le respondo y rápidamente me meto en mi auto, pongo los cerrojos y lo enciendo.
-Pero es para tí- me repetía con gestos de ternura-
-No gracias, pero ya me tengo que ir- le digo una vez más y arranco.

El vagabundo corretea un poco mi auto y grita “rosita” un par de veces. A los pocos metros de distancia desiste y se queda parado, jugueteando con una rama de árbol que intentaba obsequiarme. -¡qué detallazo! ¡el primer hombre que se anima a regalarme algo orgánico y no llega a ser una pinche flor! ¡si sigo así en 30 años tendré mi primera rosa cursilienta de Bulevar! –pensaba mientras doy vuelta a la derecha y me encuentro con la grata sorpresa de que la calle está llena de agua así que me regreso y tengo que pasar de nuevo por donde se encuentra el vagabundo.

Cuál va siendo mi sorpresa que al pasar justo frente a él me lo encuentro coqueteándole a otra, más bonita y menor que yo. -¡Canalla!¡Y yo que pensé que yo era la causante de toda su locura!- exclamo bastante enojada y sigo mi camino.

Con el corazón destrozado, vislumbro por el retrovisor al único hombre que sintió un loco amor por mí obsequiarle la rama de árbol que en algún momento, pudo haber sido mía, pero ahora le pertenece a otra que no era ni güerita, ni mucho menos su “rosita”.

Diana
p.d. ¿quieres conocer más de mi amores fugaces? Lee “el asesor 09”

 
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lunes, agosto 14, 2006
percepciones


Una de las cosas buenas que hice el año pasado y que continuo haciendo, es estudiar un idioma. Siempre tuve las ganas de hacerlo, pero me detenía y ponía de pretextos “el horario” “no tengo carro” “mucho trabajo” “es que… ¿y si repruebo?” entre otros pretextos sin sentido. Tuve carro, me cambié de trabajo y me dije ¿cuál es el pretexto ahora? Y sin quedarme de otra, el año pasado me decidí, rompí el cochinito, modifiqué mi horario y entre a italiano, con miedo, con flojera, con prejuicios, pero entré.

Ha sido la mejor decisión, he aprendido de todo y no me refiero sólo al idioma, sino a las personas con las que me ha tocado llevar clases. ¡Son todos unos personajes! Desde el clásico que lo sabe todo y se desespera por el ritmo lento en el que avanza la clase, hasta el modelito que nunca asiste y que ya para estar en nivel III cree que “loro” es un ave y no un pronombre personal.

Para mí, más que conocimientos de lenguaje, estudiar italiano ha sido una lección de vida, sé que suena muy dramático de “pásame los kleenex”; pero de verdad, salirte un rato del gremio de los diseñadores y convivir con personas que les vale carajo las tipografías y que usan comics sans en sus portadas, que los pantones les suenan a ¿pantalones? ¿uh? y que tienen otras preocupaciones que no tienen nada que ver con color, pixeles y composición; tú, te relajas y gozas de otro tipo de compañía. Y a mí me pasó, y adoro a mis compañeros de clase.

Me la paso muy a gusto, no saben, me encanta como Rose Mary goza de la vida y es siempre el alma de la clase, de las reuniones y de la fiesta. Me fascina la manera en la que Misael le añade sarcasmo y cinismo a situaciones incómodas, o como Flor, Vero y Carmen tienen una vida el triple de ocupada que la mía y jamás andan estresadas. O como Corina, una muchacha invidente, que ha vivido la vida al 1000% y nos hace ver nuestros problemas diminutos a comparación con muchas de las cosas que ella tiene que enfrentar por su incapacidad. Y qué decir de mi maestra Karla, ella es una linda, linda, linda que nos acompaña cada que puede las reuniones del “Vodka Pepino”.

En una de esas reuniones; estábamos botaneando y sacando cotorreo y le preguntamos a Corina que si se imaginaba como somos físicamente y sorprendentemente nos describió muy bien, hubo ciertos “errorcitos” como confundir al Misael con una especie de Brad Pitt (¡¡¡por favor!!!) o de que Rose Mary mide alrededor de 1.70mts pero… fueron sin cuidado. Lo chistoso fue cuando le pregunté que si cómo me imaginaba y me describió perfectamente, ella dijo – Diana tiene ojos grandes, de color café, cabello largo y lacio, es alta y llenita- y yo asentí con la cabeza –Continúa le dije en espera de que su percepción hacía mi persona fuera aún más acertada- por un instante, ella se quedó callada, se río pícaramente y dijo –y no se porqué pero se me figura que estás bien “pechugona”- jajajajajajajajajajajaja todos se echaron a reír y yo me quedé asombrada, no por lo que ella haya dicho, si no porque todos los demás le dijeron efusivamente “SÍ” , yo sólo me asomé al interior de mi blusa y me quedé pensativa en lo que dijo el resto de la noche, pensando en cómo Corina ha percibido a mi persona, incluso hasta el dudoso tamaño de mis senos.



Diana
 
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miércoles, agosto 09, 2006
La bebida de mis amores

Bien esto es lo que ocurrió, estaba sufriendo de un insomnio terriblemente espantoso y los expertos me dijeron que dejara de tomar café, y eso hice, pero seguía sin poder domir, así que me harté de creer que esa era la causa por la cual no dormía y comencé a beber café de nueva cuenta e irónicamente pude dormir.

Soñé, soñé y soñé, y ¿saben? fue hermoso, realmente hermoso, tenía mucho que no soñaba. Anoche mientras dormía, pude sentir paz y felicidad. Soñé con enormes tazas de café, todos colores que me rodeaban y me sonreían. Humeantes y hermosas, todas tenían un delicioso aroma, ese que se transforma en sabor con sólo olerlo, ese aroma que me hace cerrar los ojos y saborearlo, para que al llegar a mis labios, me sepa tan delicioso como si fuese un beso.

En mi sueño, las tazas no me dejaban sola, me mimaban y me sentía tranquila, sentía paz, sentía alegría. Las tazas de café protegen hoy mis sueños, y creo que el insomnio se ha rendido, me ha dejado tranquila por las noches y puedo mantenerme activa durante el día.

Ahora que he vuelto a beber de esta, la bebida de mis amores, me he dado cuenta que soy feliz, muy feliz, demasiado feliz. Creo que es algo que no puedo describirlo, pero, cuando tengo un pedazo de papel y un lápiz en mano no suelo escribir “Diana y Juanito”* como lo hace cualquier muchachita enamorada, no, en mi caso, acostumbro a garabatear tazitas de café humeantes, llenas hasta el tope, que se encuentran en espera de que las beba. Mmmmm… ¡qué delicia!

¡Chale! creo que estoy grave, estoy muy enamorada del café; algunos dicen que no tengo cura, otros dicen que soy una pinche adicta a la cafeína sin remedio y sinceramente, no me importa, yo así soy feliz, muy, muy, muy cafemaniáticadependientemente feliz.

Diana
*Puse “Juanito” para que ninguno de mis pretendientes resulte herido al creer que estoy enamorada de un Don Juan
 
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lunes, agosto 07, 2006
"futuros papás"

Que todo salga muy bien, un abrazo grande para los tres :)
Diana
 
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domingo, agosto 06, 2006
si gustan se pueden quedar

Anoche debió ser noche de Rubens, y lo digo con “s” porque en teoría debería de haber visto a dos amigos que portan ese nombre, pero no fue así, creo que definitivamente ayer todos los astros y las estrellas se confabularon en mi contra para no verlos. De verdad, todo parecía que pintaba bien, salí temprano del trabajo, llegué pronto a casa me dí un baño, fui a recoger a una amiga para irnos a ver a los Rubens y aquí es donde comienza la travesía, en la que como siempre mi buena suerte se hizo presente…

-No recuerdo si vive entre la calle uno y dos o dos y tres-
-Estaciónate aquí- me decía Pamela.
-Mmm si pero no estoy segura si es aquí. Sí… creo que sí es aquí, o no recuerdo- titubeaba mientras hacía mis malas maniobras ante el volante con la esperanza de que ningún auto resultara herido. -¡Ah! Sí es aquí- le decía a mí acompañante-mira ahí está afuera el Rubén asando carne-

El carro quedó perfectamente estacionado a pocas casas de distancia del cuartel de Trost Media, cede no oficial del evento.

Conforme nos vamos acercando comienzo a pensar que por vanidad no debí dejar de traerme mis lentes, ya que si me hacían falta, porque con un carajo, no veo muy bien de noche. Seguimos caminando y acercándonos cada vez más con una sonrisa pintada en el rostro para saludar con ella a las caras nuevas, y con un beso en la mejilla a quienes ya hemos visto con anterioridad. Pero, la sonrisa saludadora se torna un poco falsa y preocupada, pues nos encontramos en un círculo de señoras conviviendo con sus esposos y yo vuelvo a pensar que necesito urgentemente mis lentes. ¡Estúpida vanidad!

-Buenas noches- me dirijo hacia ellas.
-Buenas noches- nos responden todas un poco extrañadas. -¿Qué se les ofrece?
-Uhmmm ¿Se encuentra Rubén?- les pregunto mientras analizo mentalmente si el Wico en realidad cumplió treinta y no cincuenta años. Quizás esté muy bien conservado seguía pensando en espera de una respuesta.

-¿Rubén?- no, mi niña, no hay un Rubén aquí.
-Ehmmm pero si aquí vive- Le respondo y miro alrededor con la esperanza de ver a alguien conocido y JOVEN.
-No, yo creo que se equivocaron de fiesta, pero si quieren se pueden quedar- nos invitan con la mejor de las intenciones.
-No, no gracias, qué vergüenza señoras creo que seguiremos buscando al cumpleñero-
-No hay problema, si no lo hallan se vienen y aquí cenan- se despiden y dan un bocado a sus tacos.
-Gracias, hasta luego- Ya que no me quería quedar con la duda si era o no la dirección, seguimos hacia delante en busca de señales de vida del cumpleñero, pues descartaba totalmente la posibilidad de que el Wico se haya realizado una cirugía plástica para ocultar edad y tener en realidad unos cincuenta años bien “cirugíados” A tan sólo dos casas más de las doñitas taqueras, estaba estacionado el carro de Carito más no del cumpleñero. ¡Doble carajo! ¡Yo sabía que no estaba loca! ¡Qué era por esta calle! Las señoras nos seguían observando; Pamela y yo estábamos conformes con saber que no estábamos erradas. Nos dirigíamos al auto no sin antes pasar de nueva cuenta frente a las doñitas y fuimos invitadas una vez más a que nos quedáramos a cenar, que acá entre nos ya no sé si fue en burla o por la lástima que les daba ver a dos señoritas que tenían la mitad de su edad y la mínima posibilidad de disfrutar de un momento grato en viernes por la noche porque no sabían en donde se encontraba la fiesta y qué chingados hacer.

Diana
*ni un sólo auto resultó herido.
*los diálogos de las doñitas pudieron ser editados por cuestiones de espacio y mejora de la redacción.

 
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miércoles, agosto 02, 2006
Pancha

-Apúrele compita –gritaba el conductor que se encontraba detrás de mí.

-We are sitting in a chaiiiiiiiiiiiiiiir –sonaba The Gathering en mi stereo.

-¡Qué chingados!- reclamaba yo en espera de avanzar en el caos vehicular. Me estaba asfixiando dentro de mi propio auto y decidí correr el riesgo de bajar un poco la ventanilla para que entrara algo de aire. Miro por el retrovisor y todo está igual, el “apúrele compita” sigue molesto. Hay ruido, mucha agua estancada por las calles y a pocos metros se pueden vislumbrar varios autos que se han quedado tirados por las fuertes lluvias. ¡Aparentemente nada atractivo a la vista! Pero ¡oh! Sorpesas de l avida que volteo hacia la izquierda y de pronto, está él… ¡Qué cosa! ¡Qué cosa! ¡qué belleza! Permanezco lela por unos instantes y me quedo perpleja ante tanta hermosura. Es demasiado guapo para estarse mojando al intentar cruzar la calle. No merece que pasen los autos y lo chispeen con el agua. Algo tan bello no debería ensuciarse. Debe de oler riquísimo –Pensaba en mis adentros mientras mi bondadosa alma caritativa estaba tentada a ofrecerle “un aventón”-

¡Pancha! escucho que alguien grita


-¡PANCHA!- se repite de nuevo pero yo sigo en “batitolandia” y tardo en reaccionar.

Volteo a mi derecha y el compita está ahora de este lado. Creyendo que me ha confundido le respondo -¿Qué Pancha?-

-La boba que babea y no avanza- me responde muy molesto el “compita” mientras acelera y avanza.

Tuvo que llevarme unos 5 metros de distancia para que captara que se refería a mí y que en efecto, me había cachado “tijereando” a aquella belleza que intentaba cruzar la calle, pero debido al éxito; decidió retroceder y buscar quizás otra alternativa por donde cruzar, yo sólo lo ví alejarse mientras yo avanzaba para llegar pronto a casa.

Diana

 
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