Mientras estaciono mi carro un vagabundo se acerca a mi ventana y me sonríe, al principio sentí miedo, pero luego fue como una especie de ternura. Al parecer, la persona no está bien de sus facultades mentales y me sonríe sin cesar. Abro la puerta y él se mueve hacia el frente del auto.
-¿Güerita? –le respondo un poco intrigada a medida que me apresuro para entrar a la papelería-
-Bueno pues “rosita”, tenga cuidado con la lluvia-me responde mientras me mira pícaramente-
-Ah… ¡GRACIAS!- y me apresuro para entrar al establecimiento. Realizo mi compra: un par de sobres y un lápiz. Hago el pago y me dirijo rápidamente hacia mi auto.
-Para tí rosita- al mismo tiempo en el que me extiende su mano.
-Ah no gracias, no te hubieras molestado- le respondo y rápidamente me meto en mi auto, pongo los cerrojos y lo enciendo.
-Pero es para tí- me repetía con gestos de ternura-
-No gracias, pero ya me tengo que ir- le digo una vez más y arranco.
p.d. ¿quieres conocer más de mi amores fugaces? Lee “el asesor
Ay mommy, solo tu puedes confiar en la atrofiada capacidad congnistiva de un jodido y jalado vagabundo. Saludos, Suerte Palotra ;)