
Tengo clavado dentro de mí un dolor muy grande, mucho muy grande, me duele mucho contar esto, es algo a lo que me rehusaba que pasara a sabiendas de que sabía que pasaría. Hoy por la mañana falleció Betsy, mi perrita y me siento mucho muy mal, anoche fue la última vez que la vi con vida. Estaba tirada en el patio respirando forzadamente, con un ojito ido y apenas podía menear su colita.
Yo no tengo palabras para expresar todo lo que esta mascota ha significado en nuestra familia. Fue única, era rezongona, gruñona, malgeniuda, cotorrona y fiel. Aún recuerdo cuando llegó por primera vez a la casa. Venía gordita, rebosante, sus arrugas bien marcadas, su pelito color miel brilloso y limpio. Traía puesta su playerita de la selección mexicana, un poco ajustada, estaba creciendo, después dejó de quedarle.
Su colita enrollada como de cerdito, se la jalábamos para molestarla y se enojada inmediatamente. Roncaba mucho, se paraba a un lado de nosotros mientras comíamos y comenzaba a roncar mientras una tira de baba larga se le escurría en espera de que alguien le diera algo de comer. Era lindísismo ver eso. ;(
Era muy inteligente, aprendió a ir al baño sola y por si misma abría y cerraba la puerta que da al patio, salía hacía sus necesidades y regresaba. Le gustaba dormir con mi “oso nanote” un oso de peluche del tamaño de una almohada que lo traía para todas las partes de la casa. Betsy fue mamá, tuvo al Rocko (RIP) y hasta con él se pegaba sus agarrones fuertes, era de carácter difícil, no te la podías ganar con una simple galleta.
Hubo un tiempo en el que se perdió, duró 6 meses extraviada, la buscamos por todos los barrios cercanos y no la encontramos. Se corrió la voz de que se había perdido la Shar- Pei de los Arvayo y un señor le ofreció otra Shar Pei a mi papá para llenar ese hueco que había dejado Betsy. Mi papá fue a ver a la futura mascota y se sorprendió al ver que se trataba de Betsy, no lo podía creer, a habían pasado muchísimos días y hasta la hacíamos muerta. Mi papá le dijo a esta persona que la perra que le estaba vendiendo era de él, el señor obviamente le dijo que no. Mi papá retó al señor diciéndole que le hablaría a Betsy y la regañaría, si ella reaccionaba y se echaba a sus pies le demostraría que era la nuestra y así fue. Al levantar un poco la voz y decirle unas cuantas palabras, Betsy se tiró a los pies de mi papá y con esto el señor cumplió su parte y ella regresó a casa.
Y vivió otros pocos años más con nosotros. La vejez, ceguera, una enfermedad en los bronquios y en la epidermis dieron fin a la vida de una de las mejores mascotas que hemos tenido. Ya no pudimos hacer nada más por ella, las consultas con el veterinario eran cada vez menos alentadoras y hoy por la mañana simplemente nos dejó.
Y me duele mucho, no he parado de llorar en todo el día, recuerdo ciertos momentos y se me hace un nudo en la garganta. El café me sabe malo, la música no me anima y los recuerdos es lo único que se hace presente en este día.
Desde que tengo uso de razón he estado rodeada de perros, gatos, pájaros, tortugas, peces, gallinas y otras mascotas que hemos tenido en mi familia. Siempre las he querido a todas y cada una de ellas. A mí me enseñaron a quererlos, como ellos me quieren a mí. Cuando estaba pequeña mi mamá me decía que cuando los animalitos mueren se van a un cielo especial, que está antes del de nosotros, así que cuando nos toca a nosotros partir a “nuestro cielo” tenemos que cruzar primero por el de ellos, en donde los vemos una vez más y podemos verlos correr y jugar como cuando estaban en sus mejores años de vida. También me dijo que al momento de terminar de cruzar el cielo de los animalitos, queda una brecha entre el cielo de ellos y el de nosotros y que para cruzar ellos forman un puente con sus cuerpos para que podamos cruzar por encima de ellos. La morajela de esto era lo siguiente: si tu fuiste bueno con todos y cada una de tus mascotas cruzarías fácilmente, pero si fuiste malo con uno de ellos, al momento de pasar por encima de él se soltaría y tú podrías caer y tener que volver a recorrer el “puente” disculpándote con tu mascota.
Hoy me estaba acordando de eso mientras le acariciaba la cabezita a Betsy y me quedo tranquila, sé que cuando se llegue la hora del cruce ella no se va a soltar.
Te vamos a extrañar mucho, come y juega mucho.
Descansa.
Diana.