Pues yo no sé, pero le dije a mi mami: “mami no dejes que llegue tan tarde la Marbella” – Nos presumía con autoridad una compañera del trabajo-
Y mi mami me hace caso, ¡pues que madre! Cuando yo tenía su edad llegaba a las dos de la mañana como máximo y ahora esta chingada chamaca hace lo que le da la gana con mis papás y pues no -Continuaba mientras daba un bocado a su almuerzo-
-Es lo bueno de ser la pequeña- opinaba otra compañera-
-O lo bueno de ser la mayor- recalcaba una mas- Porque así, tus papás te hacen caso y puedes corregir a tus hermanos por medio de lo que ellos hicieron contigo-
-Es cierto- afirmó otra compañera que es madre y que nos compartía sus experiencias con el pequeño, el mediano y el mayor de sus hijos.
Yo estaba sumergida en las profundidades del diseño y bien refundida en mi cómoda silla, pero no podía evitar hacer afirmaciones con mi cabeza acerca de lo que se comentaba. Mientras más hablaban de las prolongadas salidas nocturnas de Marbella, las enormes ventajas que tenía el hijo mayor de la señora Marta y de las ventajas que existen entre los mayores sobre los menores y de cómo los menores pueden hacer “más cosas que las que ellos hacían” comencé a reflexionar y concluir que: ¡Es una chinga ser el mediano! O como comúnmente le decimos: el sándwich.
Yo, Diana Lourdes, soy el sándwich de mi familia. Soy la que le lleva la menor diferencia de edad a mis hermanos y con la que de cierta manera todos platican. Si la mayor se peleó en el trabajo con el segundo me lo dice. Si la menor se molestó con la mayor por asuntos de vanidad me lo dice. Si el segundo se pelea con la menor porque la menor se peleó con la mayor también me lo dicen, porque soy la mitad, porque soy el sándwich y el sándwich es eso, un punto medio en asuntos familiares. No goza de las ventajas del mayor como su enorme poder de acción y decisión. O de como con la menor es educada con sumo consentimiento y de como la palabra “castigo” no figuran en su vida.
Ser el sándwich no implica ventajas, pues como eres la mitad no tienes rango absoluto en la jerarquía familiar. Tampoco gozas de una sobre dosis de consideraciones porque “eres la bebé de la casa”. Ni mucho menos poder de decisión y/o influencia (cándil pues) contra los menores. ¡Es terrible ser tan transparente!
Ah… si pudiera acomodar a mi familia en el sándwich jerárquico quedaría de la siguiente manera:
+Flor y mi sobrinita Valeria: serían las aceitunas porque éstas siempre se encuentran en la cumbre del sándwich. Ellas tienen esa representación porque no en todos los sándwiches las encontramos, y represento así su ausencia en nuestro hogar, pues no viven con nosotros pero no necesitan hacerlo, ellas son las reinas, amas y señoras de cada metro cuadrado de esta casa cada que nos visitan. ¡Ventaja de ser la mayor y con nietos para los abuelos! jajajajajaajaja
+Albino: Es el segundo al mando del negocio familiar. Él es la eterna inspiración de mi mamá en la cocina, tiene ventaja ante el agua fresca, las tortillas tostadas o el aguacate que está muy caro. Además siempre tiene preferencia de lugar en el auto en el que realizamos los inolvidables viajes familiares. A él lo represento con la carne por ser una parte fundamental del sándwich de la cuál, simple y sencillamente no se puede prescindir.
+Carolina: la pequeña de todos, es representada con la verdura, por ser una chica Light dentro de la familia así como por ser un elemento importante en cualquier sándwich. Ella no fue educada con la vieja escuela con la que fue tratada mi hermana mayor y por ello puede salir mas, tener novio a “edad prohibida” (según mis papás) entre otras cosas. Son los ojos de mi mamá cuando andamos comprando trapos y chácharas con los gringos.
Yo, Diana, soy la tercera y me encuentro en la mera mitad del sándwich jerárquico familiar. Llevándoles tan sólo 4 y 5 años de diferencia de edad a la mayor y a la menor yo me represento con la mostaza. Soy esa parte amarga que todo sándwich debe de llevar y de la que muchos a pesar de decir que no les gusta optan por añadirle un poco a sus emparedados. Yo siendo la mostaza puedo estar embarrada o no en el pan y pocos lo notarían. La mostaza no tiene grado de relevancia en la elección de un sándwich contrario a las verduras o la carne.
A pesar de que no gozo de tantas ventajas como mis tres hermanos, me resigno. Es chistoso como esto de las “jerarquías sandwichísticas familiares” ocurren en todos lados, no imaginé que fuera así.
Al concluir la conversación con mis compañeras de trabajo sonreí y me dio gusto saber que no soy la única a la que le sucede esto, pues como ellas mismas mencionaron le hacen la vida pesada a sus hermanos y tengo la certeza de que hay más sándwiches haciendo corajes internos cuando suceden este tipo de cosas y también sé que a veces, al igual que a mí, les gustaría saber que se siente ser una aceituna, un tomate, una lechuga pero no mas una embarrada de mostaza sobre el pan, ese pan que simbolizo con mis padres.

C’est la vie
Diana
p.d. ¿alguien necesita una embarrada de mostaza en sus panes?