Ohhh si, érase una vez una loca idea que se me ocurrió como otras tantas de esas que no le gustan para nada a mi padre; como mi tongue piercing o los colores de mi ropa, pues bien, ésta idea no es la exepción: Mi cabello.
Como muchos ya lo saben o ya se pudieron dar cuenta, tengo un poco más de 2 meses con el cabello rosado, a veces rosa fucisa potente, precioso encandilante y ligeramente escandaloso, otras rosa barbie,feo, desteñido y sin nada que presumir y otras veces rosita bebé, horroroso y descolorido totalmente que lo oculto debajo de una gorra o un paliacate.
Las escalas de estos colores varían según qué tan seguido lavo mi cabello y cada cuánto acudo a retocarme al salón. Cada vez que voy a retocarme el color me la dejan ir en $300 pesos. Cualquiera diría ¡Nah! ¿300 pesos? es una baba. Pero... si esa retocada tiene que ser cada 10 días y eso sin mencionar lavándome el cabello un día si y un día no, los $300 pesos se convierten en $900 pesos en un mes.
¡900 pesos! en tener el cabello rosa. ¡Oh no! ¿De cuándo acá se me considera ser una persona vanidosa y gastadora de su dinero en salones de belleza, tintes y shampoos especiales para prolongar tu color y brillo intenso? NUNCA, y no porque me guste mucho cómo se ve el rosa en mi cabello voy a gastarme el dinero de la vida, estar esclavisada con los tratamientos y quedarme en la ruina por eso.
Estaba decidida, si no me lo puedo pintar yo, lo cortaré mucho, muy, muy corto porque ya no puedo pagar esta vanidad cada 10 días. ¡Algo tenía qué hacer! y ese algo llegó maravillosamente a mi vida. El jueves que comencé a trabajar, la diseñadora con la que hago equipo también se pinta el cabello de diversos colores y resultó que no sólo tiene gusto por eso, sino que ella misma se los pinta, por lo que le pedí que me auxiliara antes de que me quedara sin un sólo centavo. Cual va siendo mi sorpresa que me entero que el máldito tinte color magenta (rosa fucsia precioso que adoro) cuesta tan sólo $25 pesitos y que la chingada tienda queda de paso a mi casa.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
Sí que me la han dejado ir en el salón, ¿25 v.S. 300? ¡Ahhhh! ¡con un carajo! Lo compré y hoy, hoy, hace unos minutos hice la prueba.
¿Resultado? ¡Divino! ¡Precioso! quedó más rosa que nunca, y bueno, no sólo mi cabello, también mi toalla, camiseta, manos y otras tantos objetos que estuvieron presentes en este emotivo acontecimiento.
Agradezco a Natalia por decirme dónde vendían mi tinte, Brenda Bonilla por ayudarme en el proceso y a mi "amor" Pele por estar poniendo tan buenas rolas para facilitar la tarea.
La rosada está de vuelta.
Diana