-Diana le echaremos sólo dulces a la piñata- me comentó.
-¡No! ¡No sólo dulces! ¡Le echaremos harina también!- expuse y solté una carcajada del mal- muajajajajajaja (música de órgano de iglesia tiriiririri tin tin tin)
-Uhmmm pero se van a ensuciar- me dijo preocupada.
-¡Qué importa! Primero le pego yo a la piñata y si el resto se ensucia pues... ¡Qué caray!-
-Bueno, pero que no sepa nadie- me aconsejó.
-Nadie lo sabrá, sólo tu, mi jefesito y yo-
Dicho esto, y seguido de una compra de harina Maseca de a $7.60 el kilo vacié todo su contenido en la piñata. Se llegó la noche, la posada de la empresa estaba en su mero apogeo, yo estaba desesperada porque comenzaramos a pegarle a la piñata. Mi llamado fue atendido e hicimos lo que teníamos que hacer: romperla.
El problema y lo nada gracioso fue que yo, Diana Arvayo a.k.a. la malévola designer harinosa fui víctima de mi propia fechoría: ¡Me cayó toda la $"#$#% harina! :(
Pero esto pasa cuando uno es víctima de sus propias maldades y por andar de cabrona. Snifff. Moraleja, no hagas lo que no quieres que te hagan.
-Sí mami, si, ya aprendí... de veritas, de veritas-
Diana
p.d. Felices fiestas.
:o
miraa el basura! jajaajja
mundo chiquito
saludos a ambos :D